Más de 50 años de experiencia tiene el Pequeño Cottolengo en Chile en el cuidado de personas con discapacidad intelectual severa y profunda. Actualmente, la fundación tiene su residencia principal en Cerrillos, donde más de 300 personas con esta condición viven y se desarrollan en una ciudad inclusiva, adaptada para todos ellos.

Para su funcionamiento, son cerca de 350 funcionarios los que se desempeñan en distintas labores relacionadas con su cuidado y bienestar, velando por otorgar la mejor calidad de vida posible para todos los residentes, en sus distintas etapas. Todo bajo un Modelo de Gestión Integral propio, denominado GESIN, que busca cubrir ampliamente las necesidades de cada integrante de la comunidad.

Además de los cuidados y las atenciones médicas, esta forma de trabajo considera un área especializada en terapias ecuestres, un huerto terapéutico e incluso una sala de sonoterapia para apoyar a los residentes y conectar con ellos.

“En cinco décadas, Cottolengo Cerrillos ha evolucionado hasta transformarse en una ciudad inclusiva. Gran parte de nuestros residentes están en situación de abandono total de sus familias, y vienen de diversas regiones del país. En su mayoría han ingresado al hogar por medida de protección, y nosotros los acogemos y cuidamos hasta el último día”, cuenta Cristián Glenz, director ejecutivo de Pequeño Cottolengo.

En ese sentido, el ejecutivo destaca: “La solidaridad y los talentos de los futuros profesionales del área de la salud son fundamentales para llevar a cabo la gran misión de cuidado a la que nos enfrentamos día a día. El valor y conocimiento de las nuevas generaciones son un aporte a los cuidados de cada uno de nuestros residentes”.

Jornada de la discapacidad Intelectual

Cada 18 de agosto, en Chile, se celebra el Día de la Solidaridad. Una fecha que busca reforzar este valor humano y social en nuestro país. En el caso de Cottolengo, en vinculación con el rol de los profesionales que son parte de la vida de las personas con necesidades de apoyo.

Un 17% de la población chilena está en situación de discapacidad, según la encuesta de discapacidad y dependencia ENDIDE. Lo que equivale a más de 3 millones de personas.

“Frente a este contexto, como institución somos responsables de aportar con parte importante de la formación de más de 200 estudiantes anualmente, en el área de salud y rehabilitación. Ejercer el rol docente con compromiso y responsabilidad es una de las principales motivaciones para desarrollar esta jornada”, destaca Francisco Pizarro, director de Rehabilitación de Pequeño Cottolengo.

La actividad congregó a cerca de 150 alumnos y 17 profesionales docentes de las distintas instituciones de educación que tienen convenio con nuestra fundación como campo clínico.

Entre ellas, la Universidad Finis Terrae, como patrocinador; y la participación de la Pontificia Universidad Católica, la Universidad Central, la Universidad Católica Silva Henríquez, la Universidad Autónoma de Chile y Universidad Santo Tomás. También el apoyo de profesionales invitados de la Fundación Tregua y de la Universidad Mayor.

“Estas iniciativas de la Escuela de Kinesiología permiten que nuestros estudiantes visibilicen la discapacidad intelectual y potencien su formación integral con un alto nivel de calidad humana. Lo hacen mediante un enfoque biopsicosocial que pone a la persona en el centro de su actuar, promoviendo la responsabilidad social y valorando a todos los individuos en la sociedad a la que pertenecen”, apunta la Dra. Francia Arellano, encargada de Vinculación con el Medio de la Escuela de Kinesiología de la Universidad Finis Terrae.

Todo, para mostrar los ámbitos de impacto que cada estudiante puede generar en los residentes. Junto a exposiciones de docentes y expertos, la jornada también abrió espacios para conocer la situación de los residentes de Cottolengo.