Pequeño Cottolengo Cerrillos es impulsado por un amplio equipo de expertos en rehabilitación, educación y cuidado, que atienden a más de 300 residentes con discapacidades cognitivas profundas y severas.

Según la última Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE), un 17% de la población chilena se encuentra en situación de discapacidad con diversos niveles de dependencia, lo que representa casi 3 millones 300 mil personas. De este grupo la discapacidad intelectual severa y profunda es la que requiere mayor apoyo ya que requieren atención las 24 horas del día.

Dentro de este panorama, Pequeño Cottolengo se configura como un proyecto de ciudad inclusiva justamente para este grupo más vulnerable, que no solo ofrece un espacio de cuidado especializado, sino también un hogar permanente para muchos de sus residentes, quienes pasan allí todas las etapas de su vida.

“Como residencia, estamos avanzando y creciendo, cada día, para llegar a ser una ciudad inclusiva, que hoy está al servicio de 300 personas en situación de discapacidad intelectual profunda o severa. Como fundación nos mantenemos activos para visibilizar las brechas sociales con esta parte de la población nacional, buscando impulsar mejores condiciones y oportunidades de rehabilitación para todos ellos”, destaca Cristian Glenz, director ejecutivo de Pequeño Cottolengo Cerrillos.

La operación detrás de una ciudad inclusiva

Desde su llegada a Chile hace 54 años, Pequeño Cottolengo se ha dedicado al cuidado de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores con discapacidad intelectual, cuando aún no existía conciencia pública, ni un marco adecuado para abordar esta realidad.

En este tiempo, la fundación ha perfeccionado su Modelo de Gestión Integral, denominado GESIN, el cual abarca todas las necesidades administrativas, sociales, educacionales y de rehabilitación de sus residentes.

Una pieza fundamental de este modelo es la Dirección de Operaciones, donde más de 200 personas trabajan diariamente para garantizar el bienestar de los residentes y el correcto funcionamiento de las instalaciones.

Desde ahí se coordina a los asistentes de trato directo, que desempeñan un rol crucial, ya que son quienes acompañan a los residentes en sus actividades cotidianas, como el aseo, la vestimenta, las mudas, el control de la medicación; entre otras actividades. Además, son responsables de mantener la limpieza y el orden de los hogares. Por ejemplo, son los encargados de desarrollar cerca de 30 mil mudas al interior de Cottolengo por mes.

Por otro lado, la cocina, y sus funcionarios también son parte del corazón de la residencia, y se encargan de la preparación de más de 48 mil comidas mensualmente, según las necesidades de cada residente.

“El área de Operaciones es una de las diez direcciones que componen el GESIN de Cottolengo. Somos un equipo con distintas profesiones y oficios y trabajamos con el apoyo de enfermeros, psicólogos, kinesiólogos, fotoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, nutricionistas, educadores diferenciales, asistentes sociales y otros profesionales con mucha experiencia en materia de cuidado. Incluso lideramos a los equipos encargados de los jardines terapéuticos y el funcionamiento óptimo de las 9 hectáreas de instalaciones; también el área de cocina y muchos otros profesionales. Es una experiencia desafiante, y muy gratificante”, cuenta Manuel Moya, director de Operaciones de Pequeño Cottolengo Cerrillos.

Cuidado con dignidad: El compromiso con cada residente

Uno de los principales desafíos y logros de esta área ha sido mejorar la presentación personal de los residentes. Gracias a un riguroso programa de capacitación para los equipos, la puesta en marcha de protocolos; y las donaciones comunitarias, se ha implementado un sistema permanente de cambio de ropa, que asegura mejores condiciones de higiene y cuidado. Además, se han habilitado espacios como peluquerías y otros tratamientos de salud corporal.

“Cada residente tiene el derecho a tener una presentación personal cuidada. Para nosotros eso es muy importante, ya que ellos deben tener acceso a tener ropa limpia, a estar bien cuidados, a salir bien vestidos. No les estamos haciendo un favor por su condición. Lo vemos desde una perspectiva de impulsar sus derechos. Por eso estamos siempre intentando mejorar las condiciones de nuestros residentes” enfatiza Joana Canales, jefa del Hogar El Carmen en el Pequeño Cottolengo Cerrillos.

Con más de 50 años de historia en Chile, Pequeño Cottolengo continúa trabajando cada día para ofrecer un entorno seguro, inclusivo y lleno de oportunidades, reafirmando su misión de brindar no solo un hogar, sino también una vida plena y digna a cada uno de sus residentes.

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