El Pequeño Cottolengo está conmemorando sus 54º aniversario, un logro que simboliza décadas de compromiso inquebrantable hacia la inclusión, el cuidado y el cariño destinado a personas con discapacidad intelectual severa y profunda.
Esta celebración no solo enaltece los logros y la dedicación de la institución, sino que también reafirma su continuo compromiso con la comunidad y aquellos que más lo necesitan.
Hace más de medio siglo, el Pequeño Cottolengo ha sido un faro de esperanza y de civilización para las personas con discapacidad. Inspirado por la filosofía y servicio de Don Orione, la obra ha dedicado sus esfuerzos por brindar un hogar cálido y acogedor, junto con oportunidades de crecimiento y desarrollo.
En este sentido, el director ejecutivo de la obra de Cerrillos, Cristian Glenz, destaca: “Para nosotros del amor que entrega un hogar es de vital importancia en la salud, rehabilitación y educación de nuestros residentes. Además, se han remodelado la mayoría de los hogares. Algunos de ellos tenían ya más de 50 años”.
Además agrega: “Estamos muy orgullosos de los avances que hemos logrado como fundación y cada espacio va en directo beneficio de nuestros residentes, por ejemplo, la creación de un huerto terapéutico para los residentes del Pequeño Cottolengo. Lo mismo con las salas multisensoriales o de sonoterapia, los talleres de canoterapia y la equinoterapia”.
En este aniversario tan especial, la institución se enorgullece de celebrar numerosos logros e hitos, incluyendo la expansión de sus instalaciones, el fortalecimiento de sus programas de educación y su continua labor en la sensibilización y concientización sobre las necesidades de las personas con discapacidad severa y profunda.
Un hogar para toda la vida
La obra busca entregar un hogar para toda la vida a niños, niñas, jóvenes y adultos con discapacidad que se encuentran en su mayoría en situación de abandono, brindándoles una atención que es para toda la vida.
Para ello, los residentes cuentan con equipo de profesionales dedicados 24/7 a sus cuidados, donde reciben una atención exclusiva gracias a su Modelo de Gestión Integral que se lleva a cabo en una infraestructura y equipos adaptados a sus necesidades, el cual se ha convertido en un sistema de referencia para la atención de estas personas en Chile.
Los cerca de 300 residentes que viven en la obra de Cerrillos, lo hacen en un lugar privilegiado de 9 hectáreas de terreno que posee varios jardines terapéuticos y muchas áreas verdes, donde existen 8 hogares, canchas, piscina, jacuzzi, un centro ecuestre, un policlínico, salas multisensoriales, farmacia y una escuela especial que cuenta con la aprobación del Mineduc.
El Pequeño Cottolengo Cerrillos se hace cargo de la salud de todos los residentes, por lo que cuenta con una serie de profesionales como médicos, enfermeros, TENS, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, dentista y duplas psicosociales, que en total son más 350 funcionarios.
Estos avances en los programas e infraestructura son el resultado de un compromiso continuo con la excelencia y el bienestar de los residentes.
La fundación reconoce la importancia de proporcionar un entorno seguro y confortable que promueva la autonomía y la dignidad de las personas con discapacidad severa y profunda, comprometiéndose a seguir avanzando en esta dirección en los años venideros.
Historia del Pequeño Cottolengo
El 18 de abril de 1970 se inaugura en Cerrillos el primer Pequeño Cottolengo, institución de beneficencia sin fines de lucro que atiende a personas con discapacidad severa y profunda, procedentes de diversas regiones del país y que en su mayoría han ingresado al hogar por medidas de protección.
La institución forma parte de la Congregación Religiosa “Pequeña Obra de la Divina Providencia”, fundada por el santo de la Caridad, San Luis Orione, quien estableció un campo de caridad para ayudar a los pobres y enfermos, siguiendo el modelo de la gran obra de Turín fundada por San José Benito Cottolengo. Sin apenas darse cuenta, Don Orione comenzó a abrir diferentes residencias de caridad, llamadas “Pequeños Cottolengos”, en honor al magnífico trabajo del santo.
El objetivo de la fundación es proporcionar la mejor calidad de vida posible a los residentes, permitiéndoles alcanzar su máximo potencial en un ambiente espiritual, social y familiar agradable. Este propósito se logra gracias a la colaboración de todos los miembros de la institución, ya sean profesionales, auxiliares, personal de apoyo, benefactores, voluntarios o amigos de esta comunidad. También pretende ser un faro de esperanza y civilización para que podamos tener una sociedad más humana y fraterna”.